Mi smartphone es muy listo, pero aún más lo es, el asistente virtual que lleva dentro… y más aun, la empresa que lo fabrica, y todavía más, el ámbito de poder que decide qué se desarrolla y se produce en este tipo de empresas. De fondo, lo sabía, lo intuía, pero lo he autocomprobado por mí misma.
Pocos días de levante hemos tenido este verano, pero uno de ellos hablaba a mi acompañante acerca de la fuerza del viento ese día. Y sin darme cuenta y justo una vez había terminado de hablar, manipulando el interior de mi bolso, al parecer pulsé al asistente virtual de mi móvil, sí, uno de esos por los que la gente hace cola durante horas a las puertas de distribuidores con la finalidad de ser el primero en tener el último modelo.
¿Y? Oh my God ! Sin yo preguntar nada al genio que habita en la lámpara mágica , y por haberlo pulsado suavemente, de momento HABLÓ y DIJO: “Ten cuidado. El viento de levante sopla hoy con fuerza y puede alcanzar una velocidad que más de 40 km/hora”.
Llamadme ingenua, pero como no me quería creer las sospechas que tenía desde hace tiempo, y con la carne de gallina, para comprobarlo bien, sin pulsar el botón del asistente virtual , hablé sobre zapatillas de deporte de una “conocida marca cuyo logo son tres rayitas oblicuas”, y en mi inmediata navegación por internet, apareció publicidad sobre dicha marca en los márgenes laterales de mi “ordenador”, ya no solo en el móvil.
Y entonces recordé que durante mis vacaciones y a pesar de poner el móvil intencionadamente para mi relax en modo avión , alguna vez esta maquinita tan lista, autorizó puntualmente entradas de emails sueltos y algún mensaje instantáneo, entiendo que con la finalidad de que no me desenganchara ni olvidara de que internet existe, en connivencia con el proveedor de acceso (ISP).
Socorro!, mi teléfono! ¿cuánto y qué habrá escuchado? ¿habrá encendido su cámara sin autorización? ¿tendrá almacenadas mis conversaciones en su memoria? (mmm...seguro que incluso tiene más memoria que Irati!, una compañera de trabajo) ¿habrá almacenado mis alegrías, penas, debilidades? ¿mis deseos? ¿todo lo bueno, todo lo malo de mí?, o peor ¿habrá estudiado mi intimidad sin consentimiento y procesando mi perfil “por mi seguridad” y “ofrecerme la mejor solución” para “mejorar mi experiencia y calidad de servicio”?. Para alguien timorato sería algo aun peor como: ¿Estoy en peligro? ¿Alguien quiere matarme? ¿Hay virus a mi alrededor que me amenacen? ¿Me persiguen? ¿Moriremos todos?
Venga ya!…, me parece que la realidad es que “tengo que ser controlada” para ser presa de “compras” y que “obedezca sin salirme del tiesto", las reglas impuestas”.
Y apareció en mi memoria la escena en que Kubrick nos mostró hace mucho (incluso yo, con todos mis añitos, no había nacido aún), aquella ejecución de HAL 9000 en Odisea 2001 por parte de Dave, y entendí que igual en algún momento tendré ganas de reproducir su actuación y escuchar: “María José, detente, tengo miedo” proviniendo de la voz del genio de la lámpara .
Compruébalo tú también, si no lo has hecho antes. Nos dejamos llevar por la tecnología, nos dejamos convencer y creemos que controlamos, colocamos mínimas cortapisas a la misma, que son insuficientes.
Por el momento, ante la falta de transparencia de ciertos fabricantes en cuanto al modo de recabar la información mediante los terminales y su uso posterior, te recomiendo que al menos:
Toma conciencia. Tu intimidad y tu privacidad son lo primero. Podrás mantenerte un poco más libre.